Pensamientos aleatorios

lunes, 23 de noviembre de 2015

Entre recaídas

Han sido días de emociones encontradas. Por un lado, me he sentido tranquilo. He leído que cuando uno habla de su depresión, eso sirve para drenarse. Ciertamente me ha servido escribir sobre el tema —y no, no estoy curado—; debo ser cuidadoso con este período de calma, ya que mi depresión me da algunos días libres, donde me fluyen las ideas, aflora al creatividad, se me estimulan los sentidos, disfruto de los pequeños detalles, cumplo algunos deberes laborales, salgo a la calle para algo más que cumplir con ciertas diligencias, así que no debo abrigar falsas esperanzas de ya haberme librando de ese lío.
A ver, ¿qué cosas “disfruto” mientras no anda por ahí mi depresión? Evito cualquier cosa que remueva mis sentimientos, nada de películas románticas, ni tristes, ni aquellas que hablen de depresión; por favor, ya la autocompasión hace un trabajo excelente al respecto, digno de colgar su foto del empleado del mes; hasta evito esas cosas mientras me siento deprimido; tampoco tolero material alguno que contentan mensajes alentadores, es que me siento como cuando uno tienen mucha sed y el agua está a la vista en un sitio inalcanzable (cosa que me ha llegado a pasar por estar en una silla de ruedas); todo para mi debe ser humorístico, ciencia ficción, películas de acción, documentales, recetas, el sonido y olor de la lluvia, música clásica, matemática pura, qué se yo... y si ese material está escrito o hablado en acento español europeo mucho mejor, un español correcto, exacto, de oraciones bien construidas, un español preciso, yo hablo lo que llaman español latino y reconozco que es muy distinto y en ocasiones presenta carencias e inexactitudes que me resultan insoportables.
No tengo idea de cómo prepararme para el siguiente round, así que entre recaídas voy a mis anchas, esperando lo mejor. ¿Qué irresponsable verdad? A ver, intente decirle a alguien que lleva varios días sin comer, y ahora se encuentra frente a un banquete, que mastique 20 veces cada bocado antes de tragar porque le puede caer mal la comida. ¡No juegue! Entre recaídas, devoro lo que quiera devorar y punto.
Aun así, entre recaídas, siguen siendo para mi insoportables las conversaciones largas que no llevan a ninguna parte, a menos que se trate de temas que me retroalimenten. El contacto humano no se me da tampoco muy bien durante este período, es que es un tiempo de compartir más que todo conmigo mismo, mi depresión me hace demasiada compañía y me satura, no me deja respirar, no respeta mi espacio.

¿Qué cosas beneficiosas hago entre recaídas?

Duermo mejor, reafirmo decisiones de vida, me reconcilio con Dios, le paso un trapito a algunos proyectos, reflexiono y respiro hondo.

¿Qué hay de las emociones encontradas mencionadas al principio?

Por otra parte, sigue presente la ansiedad que me provoca el pensar en el futuro inmediato, es decir, la recaída inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario